La salud se hace. Se hace con creencias que forman
pensamientos, con pensamientos que crean emociones, y con emociones que crean
conductas a favor o en contra de la salud.
Existen personas que creen que pueden influir en su
salud y tienen la capacidad de curarse solas a partir de sus pensamientos.
Las personas que creen que la salud se tiene o no se tiene, independientemente de
la propia conducta, funciona a partir del pensamiento irracional que les lleva
a no ejercer su derecho de influencia o ejercerlo desde la posición errónea.
Pero la frontera de lo irracional y racional no esta tan clara, todos tenemos sin
saberlo creencias que pueden influenciar en nuestra salud. Y nos podemos dejar
llevar por experiencias de otros que se han curado milagrosamente y creer en
ese espejismo. Pero conocer cómo funciona nuestra mente y en que trampas
mentales podemos caer respecto al cuidado de nuestra salud no está de más.
Las personas que no cuidan locus de control interno de
su salud creen su salud depende de factores externos a ellas, es decir de los
médicos que las atienden por ellos son los responsables de estar pendiente de
su cuidado. Pero esto no es así, el presidente de la Sociedad Española de Cardiología, el doctor Vicente
Bertomeu, expreso “es muy importante introducir un concepto que considero
fundamental: la responsabilidad de la salud cardiovascular reside en el propio
individuo”. Según el doctor este aspecto no de pude delegar al Sistema Sanitaria
o político. Y se debe formar a la gente para que entienda que la salud es un
bien preciado, muy caro y de responsabilidad última para cada uno de nosotros.
Esto también se aplica a los dientes, que es otra
prueba de que somos nosotros quienes debemos cuidar de nuestra salud. Hay
personas que se atreven a culpar al dentista del mal estado de su dentadura,
pero es su mal cuidado el culpable de esta situación. Es decir, no se cepillan los dientes cuando es
debido (después de cada comida), comen antes de dormir y no se cepillan los
dientes y por eso se encuentran en mal estado.
Todo esto nos lleva a Kenneth A. Wallston, profesor de
psicología, considerado una autoridad en el locus de control y uno de los
padres de una conocida escala diseñada para evaluar las creencias relativas a
la salud de las personas entre las cuales tenemos algunas:
- No importa lo que haga; si me toca ponerme enfermo, enfermaré.
- La mejor manera de evitar una dolencia es visitar a menudo a mi médico.
- La mayoría de las cosas que afectan a mi salud ocurren por accidente.
- Siempre que no me sienta bien debo consultar a un profesional de la salud.
- Mi familia tiene mucho que ver con el hecho de que yo este sano o caiga enfermo.
- La suerte es decisiva a la hora de determinar cuan pronto me recuperaré de una enfermedad.
- Los profesionales sanitarios controlan mi salud.
- En lo que respecta a mi salud, solo puedo hacer lo que mi médico me dice.
- Si estoy sano, soy, sencillamente, un afortunado.
Wallston considera que estos pensamientos están
escritos con fuego en la mente de algunas personas que externalizan el control
de la salud. Él considera que este
repertorio forma parte del pensamiento popular de las personas y que es
importante el cuidado del médico, el azar o la genética que pueden jugar malas
pasadas a las personas y por ellos considerar como factores externos los
problemas de salud. Pero el también cree que nuestra salud en su mayoría
depende del cuidado que cada individuo le dé a su cuerpo y de las medida que
tome para evitar las diferentes enfermedades que existen.
Pensamiento mágico.
Hay personas que por más preparadas que sean pueden
dejarse influenciar por falsos médicos o gurús que engañan a la gente
diciéndole que se pueden curar de sus males solo con su pensamiento o con
prácticas erróneas. E incluso pueden inducir a las personas a realizar
prácticas extravagantes que no sirven para nada y solo les hacen perder el
tiempo e incluso dinero.
Así que todo lo que viole las leyes de la naturaleza y
carezca de un razonamiento sensato que lo avale forma parte el pensamiento
mágico y anómalo.
Creencias irracionales sobre la alimentación
Osberg y sus colaboradores resumieron un test las
principales creencias irracionales que algunas personas tienen sobre la
alimentación. Entre las cuales tenemos algunas:
- Comer es la mejor forma de superar la soledad y aburrimiento, de reducir el estrés, de salir de la depresión y de alcanzar la felicidad.
- El ejercicio puede anular los efectos de una mala alimentación, así que si se hace ejercicio no importa que uno come.
- Solo la comida con mucha grasa saben bien.
- Algunos alimentos son adictivos.
- Solo engordan los alimentos que se ingieren a partir de las ocho de la noche.
- Se puede beber todo lo que quiera sin engordar.
Ante una creencia irracional, lo mejor que se puede
hacer es analizar objetivamente hasta llegar a una conclusión racional y sensata.
Estas creencias del populacho no son ciertas e incluso
son absurdas; Y lo peor es que muchas personas las creen por eso son tan
populares, porque se dejan llevar de lo
que según algunos les funciona. Pero siempre es falso y carecen de sustento
científico.
¿Qué sucede cuando no pensamos racionalmente la salud?
Creer que la salud depende de factores externos,
sujetarse al pensamiento mágico o mantener creencias irracionales es en el
fondo lo mismo y es renunciar a nuestra propia responsabilidad sobre nuestra
salud e influye en nuestra vulnerabilidad, en el malestar psicológico y le adquisición
de malos hábitos.
En resumen nuestra salud se ve influenciada por varios
factores de nuestra vida cotidiana que dependen de la conducta que tengamos
nosotros y para bien o para mal la salud se ve afectada por pensamientos,
emociones y conductas.
VALORACIÓN CRÍTICA
Este capítulo trata de acerca que existen algunas
personas que piensan que tienen el poder de curarse o mantener una buena salud
solo con el poder de su mente. Pero desde mi punto de vista no es verdad ya que
nadie tiene el poder de curarse por si misma, aunque existen enfermedades
ocasionadas por algún problema o sugestión mental no pueden ser sanadas solo
con el poder la mente y necesitan de un tratamiento clínico.
En este capítulo se plantea que todos por más
preparados que seamos académicamente podemos caer en la palabrería de personas
que se dedican a engañar a la gente prometiendo curar insólitas a base solo de nuestro pensamiento positivo
acerca de curar nuestros males.
Como conclusión sobre este capítulo puedo decir que
nosotros podemos colaborar a cuidar de nuestra salud llevando un estilo de vida
sana y haciendo ejercicio de forma regular, pero en caso de sufrir alguna enfermedad siempre
debemos confiar en la medicina clínica.
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